3 Pasos clave para formar hábitos productivos-2

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En Productividad un hábito suele estar orientado a sólo una cosa: actuar. La necesidad de un nuevo hábito surge a su vez por la necesidad de cambio cuando nosotros mismos comprobamos que hay “algo que no está funcionando”. (De ahí parte la Motivación).

Generalmente es algo que hemos detectado que zancadillea nuestro rendimiento: frecuentes despistes, incapacidad para concentrarnos, nuestra tendencia a mezclar lo importante con lo trivial, etc. En este artículo no nos centraremos en el motivo para desarrollar el nuevo hábito sino en cómo lo pondremos en práctica y sobre todo en cómo convertirlo en algo duradero.

Todos estamos preparados para un cambio pero no todos logramos cambiar. El modo en el que desarrolles y practiques ese nuevo hábito determinará tu éxito. Todos en algún momento de nuestra vida hemos formulado resoluciones del tipo “voy a adelgazar, pienso ir al gimnasio todos los días”, o similares. Nos fijamos un gran objetivo, un cambio para el que por lo general estamos preparados pero no para hacerlo de cualquier manera.

En Productividad ocurre exactamente lo mismo e incluso es todavía más acentuado. Las bravuconadas, los “ya verás esta semana” o intentar drásticos y violentos cambios… simplemente no funcionan. Y aunque aparentemente sí lo hagan, será sólo a muy corto plazo, nunca a la larga. Yo puedo forzar hoy, mañana y hasta pasado ciertas rutinas productivas, pero serán gestos antinaturales y artificiales que terminarán por desaparecer.

Todos estamos preparados para un cambio pero no todos logramos cambiar. El modo en el que desarrolles ese hábito determinará tu éxito.

Se cambia de verdad cuando esos gestos productivos surgen de forma instintiva, espontánea o, al menos, provocados con un menor esfuerzo. ¿Cómo por tanto conseguir eso?

 

1 - Un solo cambio a la vez, pequeño y sencillo

Uno de los errores más comunes es el de intentar demasiados cambios a la vez. El “yo soy capaz” y “ya verás” son loables y necesarios, hay que tener motivación y recordarte con frecuencia el porqué del cambio. Pero es imprescindible que contengamos nuestros caballos, que refrenemos nuestro entusiasmo y que no nos lancemos a cambiar a lo loco y en todas las direcciones. Es esencial intentar sólo un cambio a la vez. Lo que ya es un notable reto de por sí. Además, hay que proponerse cambios muy pequeños y muy sencillos pero repetirlos cada día. Debemos marcarnos micro cambios. Fíjate un minúsculo cambio en tu rutina productiva que puedas llevar a cabo. Algo como (ojo, sólo son ejemplos):

  • No voy a entrar en Facebook hasta haber terminado la primera Tarea Clave del día.

  • Cuando esté trabajando quitaré todos los notificadores, avisadores de actividad y aplicaciones en segundo plano.

  • Voy fijar un momento y tiempo límite-máximo para feeds y blogs.

  • No voy a tener el Email permanentemente abierto.

  • Voy a hacer descansos regulares entre tarea y tarea.

  • En lugar de abrir el Email a primera hora empezaré a trabajar con la Tarea Clave que tenía planificada.

 

 

2- Fíjate cambios concretos que puedas medir y palpar

Otro de los errores comunes es el de proponerse cambios demasiado intangibles o poco concretos. El “ya verás, esta mañana voy a ser productivo de verdad” está muy bien como inspiración y punto de partida pero para lograr cambios duraderos tienes que fijarte retos muy concretos, muy palpables que fácilmente puedas medir y decir: “lo he conseguido” o “no lo he conseguido”. En todos los casos esos cambios supondrán hacer o no hacer algo, esto es, requerirán de una acción. Además, el fijar objetivos concretos te permitirá dos cosas:

  • Evaluar tus progresos con avances (o retrocesos) reales y tangibles.

  • Saborear y felicitarte por cada avance: tú lo verás hecho y serás el primer beneficiado.

 

3- Repite y repite con regularidad diaria y constante

Al hábito se llega por la rutina y a la rutina por la repetición. Para hacer crecer un hábito de forma duradera y sólida es imprescindible ser constante y persistente. En general tendemos a abandonar algo con la misma rapidez con la que nos entusiasmamos. En el terreno de los cambios productivos esto está mucho más presente y firmes y bien intencionados propósitos se vienen abajo en muchos casos por la falta de constancia. Ser regular no es fácil, requiere motivación, disciplina y la iniciativa de querer hacer las cosas. Pero el hecho de fijarte cambios muy pequeños y cambios que además tú mismo puedas palpar y ver realizados, será determinante a la hora de facilitar esa repetición tan necesaria a la hora de crear rutinas productivas.

Recuerda algo muy importante: todo aquello que no se ejercita se pierde.

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